La violencia sexual es moneda de cambio en cárceles de Ecuador

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La ecuatoriana Heidy Mieles, quien forma parte de la organización Mujeres de Frente, que acompaña a mujeres privadas de libertad en el país andino, y que vela por el cumplimiento de sus derechos, alertó de que “la violencia sexual se ha vuelto una moneda de cambio en las cárceles”.

La violencia sexual no es solo la satisfacción del vínculo sexual, sino que es una forma de conquistar un cuerpo. Realmente hay mujeres que aceptan intercambios sexuales porque ésta se puede volver una decisión entre la vida y la muerte”, aseguró Mieles en una entrevista con EFE en Quito, donde se ubica la sede de la organización.


La socióloga señaló que “este es un llamado a atender a lo que está sucediendo en las cárceles porque toda persona presa debería contar con unos mínimos para vivir, y no tener que ser una moneda de cambio”.


Y apuntó, además, que los agresores suelen ser los propios guías (guardias carcelarios), compañeros presos, policías o funcionarios públicos.


También incidió en que “la violencia sexual contra la mujeres se exacerba en momentos de ‘guerra’”, en alusión a la declaración del «conflicto armado interno» declarado por el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, desde inicios de año contra las bandas del crimen organizado, lo que conllevó la militarización de las prisiones.


Antes de que el Gobierno tomara esta medida, donde además se prohibió las visitas y que Mieles dijo rechazar, ésta recordó que también se dieron casos de “familiares que recibían violencia sexual en las visitas al momento del cacheo”.


Violencias “innumerables” contra las presas


Estas y otras tantas violencias que sufren las mujeres presas en el país, así como la incansable lucha de esta organización para que se hagan cumplir los derechos humanos en estos recintos, se recogen ahora en el libro colectivo ‘Mujeres de Frente. Una historia de organización feminista popular y antirracista en Ecuador (2004-2024)’, de Kikuyo Editorial, donde se traza un recorrido por sus 20 años de historia.


En estas páginas, más de una decena de mujeres, entre ellas Mieles, analizan sus experiencias como parte del colectivo. Algunas de ellas han pasado por el penal, pero no todas. Sin embargo, en lo que todas coinciden es en el señalamiento de las vulneraciones de derechos que se cometen al interior de los centros penitenciarios.

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