España instala una clínica para tratar a los migrantes que cruzan el Darién

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Después de días de caminata para cruzar la peligrosa selva del Darién, frontera entre Colombia y Panamá, cientos de migrantes llegan a una remota población indígena, donde la cooperación española ha instalado una clínica para atender sobre todo a niños y mujeres, muchos arrastrando los pies llenos de úlceras, agotados, o incluso víctimas de abusos sexuales.


Situado a la orilla del río Tuquesa, Bajo Chiquito triplica a diario su población con la llegada de más de un millar de migrantes, la mayoría venezolanos, que después de registrarse ante las autoridades panameñas se instalan con sus tiendas de campaña en fincas privadas o canchas de deportes. Otros optan por dormir en las hamacas alquiladas por los indígenas en sus precarias viviendas de madera.


En la calle principal del poblado, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) puso en marcha a finales de septiembre una pequeña clínica para responder a esta emergencia como parte del proyecto Start (Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta, por sus siglas en inglés).


«El Start es un esfuerzo de la cooperación española que consiste en un hospital de campaña que se nutre de voluntarios de todas las comunidades autónomas, orquestado a través del Ministerio de Salud de España» y el aporte de otros ministerios, explica a EFE en el interior de la clínica la jefa de la Oficina de Acción Humanitaria de la Aecid, Lucía Prieto.


Prieto acaba de llegar a Bajo Chiquito tras ascender por el rio durante varias horas en canoa, acompañada del embajador de España en Panamá, Guzmán Palacios, y otros cooperantes, para conocer cómo avanza este proyecto en el que trabaja un equipo de doce personas, compuesto por personal médico y enfermería de urgencias, obstetricia, pediatría y epidemiología.


Tras recibir el visto bueno del Ministerio de Salud de Panamá, se busca «atender al flujo de población migrante y a las poblaciones de acogida que sufren la presión en los servicios que hay en la zona», explica.


Este caso tiene la particularidad de que no se trata de una emergencia repentina que requiere un gran despliegue de START, como fue el caso del último terremoto en Turquía, sino es una «crisis crónica o de tracto lento», donde se necesita una asistencia más pequeña, un modelo que esperan replicar en otros países.


«El objetivo ha sido responder a un pico agudo de llegada, que según la información y los flujos de años anteriores se producía entre los meses de septiembre y noviembre», detalla la jefa de Acción Humanitaria.

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