«La Iglesia debe acoger a todos, a todos, no olviden esta palabra», dijo el Papa.
Y recordó la necesidad de «acompañamiento pastoral a quienes cohabitan aplazando indefinidamente su compromiso conyugal y de los divorciados vueltos a casar».
«Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos: su presencia en la Iglesia testimonia su deseo de perseverar en la fe, a pesar de las heridas de experiencias dolorosas», añadió.
Francisco explicó que «sin excluir a nadie, la Iglesia promueve la familia, fundada en el matrimonio, contribuyendo en todo lugar y en todo momento a hacer más sólido el vínculo conyugal, en virtud de ese amor que es más grande que todo: la caridad».
«En efecto, la fuerza de la familia reside esencialmente en su capacidad de amar y de enseñar a amar; por muy herida que esté una familia, siempre puede crecer desde el amor», señaló.
Y que, «a menudo pesan limitaciones e imposiciones especialmente sobre las mujeres, forzándolas a posiciones de subordinación».
Con información de El Nacional