Este Miércoles Santo, miles de devotos cargados de fe y esperanza se congregaron desde tempranas horas para rendir homenaje y acompañar la imagen del Nazareno de San Pablo en su recorrido desde la Basílica Santa Teresa hasta la plaza Diego Ibarra, en el centro de la ciudad de Caracas.
El trayecto de la procesión religiosa incluyó puntos emblemáticos como las esquinas La Palma, San Pablo, la avenida Universidad, Sucre, Plaza O’Leary y Avenida Oeste 8.
La imagen decorada en días previos con más de cinco mil orquídeas y otras flores, entregadas por los devotos, fue resguardada por los fieles que caminaban a su lado y entonaban cantos y daban muestras de devoción.
La primera de las eucaristías se celebró a la medianoche en la Basílica de Santa Teresa. La ceremonia fue presidida por Fray José Juan de Paz, párroco del Sagrado Corazón de Jesús.
Le siguieron las misas oficiadas cada hora y media. Los fieles aprovecharon la ocasión para agradecer al Nazareno la sanación, entre otros favores, con estampitas y rosarios en mano.
El color morado resaltó en algunas túnicas, camisas, velas, flores y otros elementos que portaban los caraqueños devotos que, en fila de al menos cuatro cuadras, se prepararon para ingresar a la Basílica.
Este acto litúrgico dio inicio a una jornada de plegarias y promesas que culminó con la procesión, en la que el Nazareno se reencuentra con la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, luego de 30 años.
La tradición del Nazareno de San Pablo se remonta al siglo XVII, con una talla en madera de pino Flandes que ha generado gran devoción entre los habitantes de Caracas. Según la leyenda, su escultor habría tenido una visión de la imagen una vez terminada, con lo que se reforzó el carácter sagrado que los creyentes le atribuyen. Cada año, su salida procesional moviliza a miles de fieles, quienes cumplen promesas y acompañan la imagen en un recorrido de varias horas por la ciudad.
La tradición del Nazareno de San Pablo se remonta al siglo XVII, con una talla en madera de pino Flandes que ha generado gran devoción entre los habitantes de Caracas. Según la leyenda, su escultor habría tenido una visión de la imagen una vez terminada, con lo que se reforzó el carácter sagrado que los creyentes le atribuyen. Cada año, su salida procesional moviliza a miles de fieles, quienes cumplen promesas y acompañan la imagen en un recorrido de varias horas por la ciudad.
