El municipio Bolívar del estado Aragua volvió a colmarse de júbilo este miércoles 26 de noviembre, cuando la fe, la tradición y el sentimiento de pertenencia confluyeron para conmemorar los 316 años de la aparición de la Virgen de Belén, patrona espiritual de la entidad.
Y es que el pueblo San Mateo, cuna de esta manifestación mariana, amaneció envuelto en un ambiente de gracia y recogimiento, donde cada calle parecía susurrar la historia de un pueblo que aprendió a amar, a confiar y a caminar bajo el amparo de la Madre de Dios.
Desde tempranas horas, la iglesia San Mateo Apóstol y la plaza Bolívar se convirtieron en el epicentro de una celebración cargada de espiritualidad. Allí, feligreses de toda la región y de múltiples puntos del país se reunieron para rendir homenaje a una devoción que forma parte del ADN cultural aragüeño.
En este sentido, entre oraciones, cantos, flores y plegarias, la comunidad reafirmó una tradición que no sólo se preserva, sino que crece sólida con el paso de los años.
UNA HISTORIA QUE NACIÓ EN EL CORAZÓN DEL PUEBLO
La tradición relata que la aparición de la Virgen de Belén ocurrió el 26 de noviembre de 1709, cuando un joven indígena de la zona, mientras realizaba labores cotidianas a orillas del río, encontró entre las piedras una pequeña imagen mariana esculpida en arcilla. Sorprendido por su brillo y por la paz que irradiaba, la llevó a los pobladores del antiguo San Mateo, quienes la reconocieron de inmediato como una manifestación divina.
A partir de ese momento, la comunidad comenzó a venerarla y a resguardar aquel hallazgo como un tesoro sagrado. Con el paso de los años, este suceso se consolidó en la memoria colectiva como el nacimiento de la advocación de Nuestra Señora de Belén, convirtiéndose en un símbolo de consuelo, fe y protección para todo el estado Aragua.
SAN MATEO, UN TEMPLO A CIELO ABIERTO
La decoración colocada en el templo, en los espacios adyacentes y la plaza Bolívar, transformó el casco central del pueblo en un auténtico escenario espiritual, donde se fusionó los avances del hoy, con la tradición del ayer.
Arreglos florales en tonos blancos y celestes, velas encendidas, mantos marianos, pantallas cargadas de colores, rezos continuos y una profunda energía de fraternidad marcaron la jornada, envolviendo a propios y visitantes en una atmósfera de paz, amor y devoción.
La misa solemne fue presidida por monseñor Enrique Parravano, obispo de la Diócesis de Maracay, acompañado del clero de la región. Autoridades municipales, entre ellas la alcaldesa Marisol Rodríguez, el diputado del Cleba, Gabriel Rodríguez y su equipo de gobierno, acompañaron la ceremonia.
